No confíes sólo en tu sentido común y la improvisación. Hay una serie de consejos fundamentales a la hora de enfrentarse a un momento difícil que todos los ciclistas deberíamos conocer para estar más seguros e incluso poder prestar ayuda en caso de que alguien lo necesite.

Una tormenta eléctrica es un enemigo peligroso para el ciclista, sobre todo en lugares con pocas posibilidades para resguardarse, y la prevención juega un papel importantísimo.
Naturalmente, lo primero es estar informados sobre el pronóstico del tiempo antes y durante nuestra salida, datos que están disponibles desde cualquier teléfono móvil o en los centros de protección civil.

Aléjate de la bici unos treinta metros. Sea de aluminio o de carbono, puede atraer los rayos con facilidad.

Si aun así nos pilla una buena tormenta eléctrica, antes de nada busca una casa o una construcción que nos proteja inmediatamente. Un refugio de montaña, por ejemplo donde podamos mantener puertas y ventanas cerradas donde, aunque nos apetezca, será mejor no encender un fuego hasta que pase todo. También es posible refugiarse dentro de un vehículo con el motor apagado y las ventanas igualmente subidas. Si tienes sólo la posibilidad de resguardarte en un túnel o en una cueva, aléjate unos cinco o diez metros de las paredes y de la entrada y procura evitar refugiarte bajo los árboles, postes o antenas.

Deshacerse de todo material metálico: paraguas, mochilas con armazón, herramientas, y apagar los aparatos electrónicos (móvil, GPS, cuentakilómetros).

Cuanto más alto subamos en la montaña, además, existe la posibilidad de que las tormentas estén acompañadas de nieve o granizo, los cambios de clima suelen ser repentinos y muchas veces drásticos. Coincidirá, seguramente, que no tengamos manera de resguardarnos en una casa o refugio, así que ante lluvia, truenos y relámpagos, una correcta posición corporal es de gran ayuda: ponte de cuclillas con las manos en las rodillas, tocando el suelo con las zapatillas pero evitando hacer contacto con algún charco de agua.

Y usar una esterilla, una mochila o las alforjas con algo de ropa, siempre que no tengan un armazón metálico. Por esos mismos motivos, deberías alejarte de la bici unos treinta metros, ya que ésta, sea de aluminio o de carbono, puede atraer los rayos con facilidad, así como cualquier otro objeto metálico: vallas, alambradas, tuberías, líneas telefónicas e instalaciones eléctricas, raíles de ferrocarril, utensilios o tiendas de campaña… Lo más peligroso de todo es un tendido eléctrico, dado que la toma de tierra suele descargar al suelo rayos que han caído incluso a kilómetros.

Siempre son más seguras las zonas urbanas: Los edificios actúan como pararrayos y está comprobado que en zonas rurales hay más probabilidades de ser alcanzados por un rayo.

Si no tienes cerca dónde resguardarte, no corras, y menos con la ropa mojada. Es muy peligroso. Se crea una turbulencia en el aire y una zona de convección que puede atraer un rayo. Así que, ya te secarás cuando todo termine.

Importante tener conocimientos de primeros auxilios

En caso de que alguien sea alcanzado por un rayo, no debemos dudar en socorrerlo. En este tipo de situaciones, la atención médica de un profesional se convierte en prioridad, por lo que lo ideal será contactar con un servicio de emergencia. Si la tormenta continúa, hay que trasladar a la víctima a un lugar seguro.

En un terreno abierto, el lugar más bajo será el ideal. Las quemaduras suelen ser habituales en manos y pies, también en zonas próximas a cadenas, hebillas, pulseras, etc. Si vemos que la persona está inconsciente, debemos comprobar si existe pulso y respiración. La reanimación cardiopulmonar (RCP) podría salvarle la vida. Aunque la persona afectada no presente heridas visibles, hay que recordar que podría tener daños internos y que debe ser asistido lo antes posible por un profesional.